¡QUIERO
ESTAR A LA MODA!…O, ¿TAL VEZ NO?
Últimamente, he estado un poco pasota en el arte de
socializar. Pero, es que, si por socializar entendemos hablar sobre
cómo está el país (tema deprimente); o comentar donde has pasado
el fin de semana (ésto, puede ser frustrante, si no has estado al
menos 20 km más lejos que tu interlocutor); o recurrir a
conversaciones que están más sobadas que los pies del cristo de
Medinacelli... comprenderéis, entonces, que haya estado pasota ¿a
que si?.
Bueno, pues hoy me he levantado dispuesta a meterme en
el pellejo de una auténtica socializadora; y es básico para ello
estar al tanto de las últimas tendencias. Así que, después de
devanarme los sesos durante toda la mañana, la verdad es que han
surgido diversas e interesantes opciones:
OPCIÓN
1- Llenar la casa de objetos “Vintage”. Sugerente, pero no sé si
me apetece levantarme una noche para beber agua, con el sueño
enredado en las pestañas, y llevarme el susto padre pensando que he
hecho un viaje en el tiempo.
OPCIÓN 2- Llenar la casa con todos los trastos
imprescindibles para hacer cup-cakes (efectos secundarios: grasa
acumulada en caderas, después de ingerir cantidades ingentes de
preciosas madalenas; y que el colesterol de vecinos y familiares se
dispare sospechosamente).
OPCIÓN 3- Llenar la casa de camisetas, abalorios y
demás historietas “Moustache” (que pase pronto la moda de los
bigotes ¡por favor!).
OPCIÓN 4- Llenar la casa de trastos para preparar
Gin-Tónic con aire cool. (pequeño problemilla: eso ya llevo
haciéndolo así como quince años).
OPCIÓN 5- Unirme a la ola de indignados (pequeño
problemilla: eso ya llevo haciéndolo así como quince años).
OPCIÓN 6- Hacerme “selfis”. He de reconocer que,
ésta tendencia, casi me engancha; pero, por culpa de mi mala
puntería, y después de hacer casi estallar la memoria de mi móvil
con mogollón de fotos de la lámpara, el sofá, las cortinas, y todo
lo que os podáis imaginar excepto mi cara, no me quedó otra que
desistir.
Como habréis adivinado, no me han quedado demasiadas
ganas ni de estar a la moda, ni de socializar (que, al fin y al cabo,
no es otra cosa que hablar por hablar). Así que, he pensado, que
mejor sigo siendo yo misma, comunicándome, sin más, de la misma
manera que llevaba haciendo hasta ayer. Que tampoco me ha ido tan
mal, creo yo.
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