DE MUDANZAS
Pensé
que por ser viernes, hoy nadie tocaría mi corazoncito; que todo el
mundo andaría ya poniendo los ojos en el horizonte en busca de la
nebulosa espesa que parecen ser los fines de semana con la que poder
camuflar las preocupaciones hasta el próximo lunes. Qué ilusa soy;
como si el afecto pudiese entender de calendarios y de días de la
semana.
La culpa ha sido solo mía por mirar hacia atrás cuando he
escuchado sus pasos. Pero, es que al darme la vuelta y verla allí,
caminando tan despacio, mirando al suelo y con todos sus rizos
desmoronándose bajo la lluvia...(y yo con aquel enorme paraguas
sobre mi cabeza). Sabía que si me miraba a los ojos estaría perdida
(nunca he sabido decir que no a unos ojos tristes); pero allí he
seguido, empezando a convertirme en estatua de sal mientras miraba
hacia atrás hasta que mi compañera ha levantado la vista y yo me he
dejado perder por el desconsuelo de sus ojos. Así que, a pesar de
saber que era viernes y lo que aquello iba a significar, no he podido
hacer otra cosa que ofrecerle el lado izquierdo de mi paraguas.
Lo complicado, como acabo de decir, de haber decidido escuchar sus
amarguras en viernes es que su nostalgia, aunque solo haya sido en
una ínfima parte, se ha venido conmigo dentro de los bolsillos de mi
cazadora, pegada a la suela de mis zapatos e impregnada en el
uniforme que he traído para lavar, y no voy a poder desprenderme de
ella hasta que volvamos a vernos y descubra que todo le va bien de
nuevo. Y es en estos casos que, cuando llego a casa, parece que me
haya mudado a ese número siete del que hablaba Sabina, el de la
calle melancolía, que es el mejor de los sitios, creo, para quedarse
un tiempo cuando has dejado que te toquen el corazón.
Sé que puede parecer absurdo que mientras mis amigos van a pasar
el fin de semana haciendo senderismo en La Pedriza, mis enemigos
comiendo cochinillo en Segovia o mi familia sobrevolando en tirolina
las aguas del río Tajo, yo (vaya a estar en donde vaya a estar o
vaya a ir a donde vaya a ir) haya elegido quedarme en esta calle tan
poco interesante; pero así ha sido, lo he hecho; y dicen por ahí
que lo hecho, hecho está, con lo cual...
Eso sí, en cuanto empiece a despuntar el lunes deberé estar
pendiente de no perder el tranvía, que estoy deseando volver ya
mismo al barrio de la alegría.