Powered By Blogger

lunes, 20 de julio de 2015


DESASTRE CÓSMICO



     Hoy es posible que, por mi culpa, haya un desastre cósmico.

     Desde hace unos meses que, en mi trabajo, los días son sospechosamente clónicos; idénticos entre ellos como las gotas de agua que ahora mismo estoy mirando, y que, una detrás de otra, temblonas y regordetas, caen por su propio peso y aterrizan en el suelo de mi patio, desde la boca del grifo que la desidia del verano hace que siga estropeado desde hace días. Bueno, el caso es que hoy debo asistir a un curso desde las 15:10 hasta las 17:10 y estoy temerosa por si rompo el equilibrio; pues, nada de lo que ocurre a diario con pasmosa similitud va a ocurrir hoy.

     A las tres menos diez, Antonio, no me saludará a su modo “buenas tardes, tardessss”; a las tres en punto, mi jefe, no me relegará a los confines de la factoría para que active el botón “on” de mi máquina; a y diez, no se me acercará el gaditano para preguntarme “¿sales el viernes?” aún sabiendo que los cuatro días que restan hasta entonces mi respuesta seguirá siendo un no; a las cuatro y cinco, no me cruzaré con Juanito, ni él comentará (en voz muy alta para que sus amigotes le oigan) algo relacionado con alguna fruta u hortaliza cuya forma comprometedora intente, sin éxito, ruborizarme; y a las cinco menos diez, María José, tampoco me sonreirá camino de las oficinas.

     ¿A que resulta inquietante?.

     Al principio, había pensado en no acudir al curso para que el planeta siguiese rotando, pero después he decidido que sería mejor seguir con el rumbo de mi vida, tal cual, sin amedrentarme, porque he recordado el dicho popular tantas veces repetido por mi tía Tiburcia, la del pueblo, que en paz descanse y que era sabia :“hay más días que longanizas”. Así es que: Antonio, querido jefe, gaditano, Juanito, María José; si os parece bien y si para entonces el mundo sigue girando, mañana nos vemos a la misma hora y en el mismo sitio de siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario