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sábado, 20 de junio de 2015

SURCOS

          Segundo Premio IV Certamen Relatos Cortos "Entorno a San Isidro".

    
     Vicente seca su frente y mira los surcos que ha labrado. El sol se está poniendo, pero va a quedarse para terminar. Sabe que María andará preocupada; con el guiso azafranado esperando sobre la trébede; limpiando por segunda vez el vasar de cañas enyesadas de la chimenea para así poder matar los nervios. Pero, la tierra es la tierra; también reclama sus cuidados. Quiere a las dos por igual.


         La mujer respira tranquila cuando le escucha llegar. Vicente se le acerca, y con los dedos aún manchados de tierra, seca los surcos que hay bajo los ojos de María.

          

jueves, 18 de junio de 2015

         
 LA SENDA DE LOS ELEFANTES

          Hoy he visto a mi amiga Asun.
    Y que le voy a hacer...si siempre que la veo me entran ganas de vivir.
 

 

              
 
      No me digáis que nunca os ha apetecido trazar vuestro propio camino, porque no me lo creo. Si pudierais, ¿no os saldríais del reguero de hormigas por el que nos obligan a ir?
      Voy a tratar, no ya de convenceros, sino de que utilicéis ese centímetro cuadrado que tenemos bajo el cerebelo, un poco a su izquierda, y que está destinado a que deseemos algo llamado felicidad.
     Si variando vuestra trayectoria tan solo un grado al norte pudieseis cambiar el madrugar, el vestiros de azul, el seguir órdenes a veces de necios, el tomar un café a la hora que ellos quieren y no cuando os apetece, el tener que sonreír por cortesía, el cambiaros de ropa junto a veinte compañeras que, de reojo, observan si tus bragas hacen juego con tu sujetador y controlan si traes ropa nueva cada equis tiempo; como digo, si pudieseis, ¿no lo cambiaríais por hacer lo que realmente deseais?
     Mi amiga Asun, en un momento de su vida, lo hizo; fue valiente y trazó su propio camino. En este caso no fue por capricho, o tal vez sí, pero no suyo, sino del destino. Cuando llegó el momento, no lo dudó, dobló la última esquina de la rectitud y se dedicó a asfaltar su sinuoso carril particular.
     Pues, sí. El nuevo camino de Asun fue sinuoso y terrible; aunque yo, paradójicamente, lo recuerde tintado de una belleza sublime ¿No os parece bello que un conocido vuestro se marche en busca de la vida eterna? A mí si. Y Asun lo hizo. Un buen día, lo dejó todo (y cuando digo todo es todo, todo, pero todo) para marcharse al Tíbet en busca de unos monjes que malvivían en el último rincón del mundo. Estos, custodiaban una cosecha de extraños hongos, los cuales, al confabularse con la sabia de otras raíces naturales se convertían en la vida misma (increíble historia ¿verdad?, pero Asun quiso creerla porque su marido, que se moría, la necesitaba). Más tarde, rescató a un curandero de una de las últimas reservas de indios en América para que danzase con sus fetiches y deidades alrededor del enfermo, y espantar así a los malos espíritus contra los cuales, nuestros médicos, ya se habían cansado de luchar. ¡Madre mía!, Asun, que es psicóloga y que tiene los pies bien anclados al suelo, recorriendo el mundo en busca de vida eterna por amor. Ya quisiera yo para mí que alguien lo sacrificase todo para regalarme tan sólo un minuto más.
      Como podréis imaginar, el desenlace no fue feliz, aunque yo sigo pensando que ella lo consiguió.



     Los elefantes, que tienen fama de tontos a pesar de su gran memoria, también cambian el chip a última hora, y siguen una senda particular que les lleva, por lo visto, a la mejor de las jubilaciones, a la tranquilidad total ¿De verdad, vamos a ser más tontos que un paquidermo?.
     En fin, como yo no soy tonta, ni una heroína como mi buena amiga Asun, voy a ponerme un Gin Tónic, porque he oído que el alcohol da alas, y tal vez, después del segundo o del tercero se motiven mi cerebelo y alrededores para urdir un plan con el que empezar a asfaltar mi autopista particular.