Para Mimi; porque llevo dos días sin saber de ella, y creo que se podría estar acercando demasiado a la tierra.
UNA ESTRELLA ERRANTE
Anoche,
en el bus, leí algo en una hoja de periódico que alguien había
tirado bajo mi asiento. “La amenaza de la enana roja”, decía el
título llamando mi atención con sus grandes letras mayúsculas y
negras. En el trayecto hasta casa, tan sólo pude leer la parte en
que explicaban que la enana roja, una estrella errante de nombre “Próxima
Centauri”, se había aproximado tanto a nosotros (a sólo cuatro
millones de años luz) que podía desestabilizar el equilibrio de
nuestro sistema solar provocando una auténtica lluvia de cometas
contra la tierra y poniéndonos en peligro. Pero, las puertas del bus
se abrieron invitándome a bajar; con lo cual, aquella hoja de
periódico volvió a quedarse tirada bajo mi asiento.
Cuando
llegué a casa, estaba tan cansada que me quedé dormida en el sofá. Y soñé. Soñé con el cielo, pero a mi manera;
y no de la forma fría y aséptica como aquel par de astrónomos me lo
habían pintado en aquella hoja de periódico arrugada.
Soñé
con ella. Y creo que lo hice porque sé que adora las estrellas, o porque las
necesita, o simplemente porque los sueños son así; pero, el caso
es que soñé que ella era la enana roja a quien todo el mundo temía
(vaya paradoja, ella, que le tiene miedo a todo y a todos, que sólo
quiere que sus problemas se esfumen para ser libre, que vendería
su alma al diablo a cambio de vagar eternamente en el espacio infinito para
dejar de tropezarse con su pasado y con su futuro).
En
fin; en mi sueño, aunque ella se sentía frágil, sabía que era
poderosa, que nos tenía a todos en vilo, y que con un sólo
movimiento erróneo en su ir y venir errático podría aproximarse a
la tierra, tanto, tanto, que esa lluvia de cometas acabaría por fin
consigo misma y con todo lo que le torturaba. De hecho, a la mitad de
mi pesadilla, estuvo a punto de conseguirlo. Pero yo, que, aunque ella no
se lo crea, estoy aprendiendo a quererla, tomé las riendas y cambié su rumbo consiguiendo que se alejase unos cuantos años luz de todo lo que le atormentaba; y
lo hice porque, desde la lejanía, su perspectiva sería otra y conseguiría ser feliz. Al menos, en mis sueños ya
empezaba a serlo.
Lo
más extraño de todo, es que esta mañana, al coger el bus, en el asiento de al lado había un
periódico pulcramente doblado cuyos titulares decían: “Estrepitoso error de cálculo en el estudio
de dos astrónomos noruegos. No son cuatro, sino cuatro mil, los años
luz que nos separan de la amenazante enana roja, Próxima Centauri”.
Ojalá que Mimi haga caso de tus sueños...aproveche tu buena fé...y cambie sus coordenadas para alejarse de la tierra.
ResponderEliminarHe respirado sensibilidad a tope. Gracias.
¡Ojalá!
ResponderEliminarQuien es capaz de respirar sensibilidad, es que tiene una nariz sensible, una boca sensible; y también una tráquea y unos pulmones sensibles, ¿por qué no?. Ahora, parate a pensar en lo cerca de los pulmones que queda tu corazón.
Gracias.
Ay!!...Esas estrellas, que parecen frágiles y que pueden cambiar el curso de la vida...
ResponderEliminarSi, Clary, ya sabes tú que el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del planeta; o un leve pestañeo dirigido a la mirada de la persona adecuada, puede cambiarte la vida, jaja; asi que, el polvo de estrellas no iba a ser menos poderoso que el de las alas de una mariposilla, o que una simple pestaña. Besitos.
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