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miércoles, 19 de agosto de 2015


     Para Mimi; porque llevo dos días sin saber de ella, y creo que se podría estar acercando demasiado a la tierra.

UNA ESTRELLA ERRANTE



     Anoche, en el bus, leí algo en una hoja de periódico que alguien había tirado bajo mi asiento. “La amenaza de la enana roja”, decía el título llamando mi atención con sus grandes letras mayúsculas y negras. En el trayecto hasta casa, tan sólo pude leer la parte en que explicaban que la enana roja, una estrella errante de nombre “Próxima Centauri”, se había aproximado tanto a nosotros (a sólo cuatro millones de años luz) que podía desestabilizar el equilibrio de nuestro sistema solar provocando una auténtica lluvia de cometas contra la tierra y poniéndonos en peligro. Pero, las puertas del bus se abrieron invitándome a bajar; con lo cual, aquella hoja de periódico volvió a quedarse tirada bajo mi asiento.
     Cuando llegué a casa, estaba tan cansada que me quedé dormida en el sofá. Y soñé. Soñé con el cielo, pero a mi manera; y no de la forma fría y aséptica como aquel par de astrónomos me lo habían pintado en aquella hoja de periódico arrugada.
     Soñé con ella. Y creo que lo hice porque sé que adora las estrellas, o porque las necesita, o simplemente porque los sueños son así; pero, el caso es que soñé que ella era la enana roja a quien todo el mundo temía (vaya paradoja, ella, que le tiene miedo a todo y a todos, que sólo quiere que sus problemas se esfumen para ser libre, que vendería su alma al diablo a cambio de vagar eternamente en el espacio infinito para dejar de tropezarse con su pasado y con su futuro).
     En fin; en mi sueño, aunque ella se sentía frágil, sabía que era poderosa, que nos tenía a todos en vilo, y que con un sólo movimiento erróneo en su ir y venir errático podría aproximarse a la tierra, tanto, tanto, que esa lluvia de cometas acabaría por fin consigo misma y con todo lo que le torturaba. De hecho, a la mitad de mi pesadilla, estuvo a punto de conseguirlo. Pero yo, que, aunque ella no se lo crea, estoy aprendiendo a quererla, tomé las riendas y cambié su rumbo consiguiendo que se alejase unos cuantos años luz de todo lo que le atormentaba; y lo hice porque, desde la lejanía, su perspectiva sería otra y conseguiría ser feliz. Al menos, en mis sueños ya empezaba a serlo.

     Lo más extraño de todo, es que esta mañana, al coger el bus, en el asiento de al lado había un periódico pulcramente doblado cuyos titulares decían: “Estrepitoso error de cálculo en el estudio de dos astrónomos noruegos. No son cuatro, sino cuatro mil, los años luz que nos separan de la amenazante enana roja, Próxima Centauri”.

4 comentarios:

  1. Ojalá que Mimi haga caso de tus sueños...aproveche tu buena fé...y cambie sus coordenadas para alejarse de la tierra.
    He respirado sensibilidad a tope. Gracias.

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  2. ¡Ojalá!
    Quien es capaz de respirar sensibilidad, es que tiene una nariz sensible, una boca sensible; y también una tráquea y unos pulmones sensibles, ¿por qué no?. Ahora, parate a pensar en lo cerca de los pulmones que queda tu corazón.
    Gracias.

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  3. Ay!!...Esas estrellas, que parecen frágiles y que pueden cambiar el curso de la vida...

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  4. Si, Clary, ya sabes tú que el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del planeta; o un leve pestañeo dirigido a la mirada de la persona adecuada, puede cambiarte la vida, jaja; asi que, el polvo de estrellas no iba a ser menos poderoso que el de las alas de una mariposilla, o que una simple pestaña. Besitos.

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