LA
PLAGA DE “LAS
BARRIGUITAS”
Qué engañados nos tenían los que escribieron el antiguo
testamento. Bueno, concretamente, los autores del Pentateuco. Aunque,
después de todo, creo que sólo voy a echarle la culpa al que se
encargó de escribir el Éxodo (pido perdón; pero, con esa costumbre
que tenían los antiguos de escribir un libro entre quince o veinte,
me confunden un poco) En fin; éste último, fue quien nos vendió el
cuento de que fueron diez las plagas que cayeron sobre los egipcios,
pero yo sigo diciendo que fueron once. Por cierto, pobres, los
egipcios, que pasaron años enteros sufriendo los incordios de ranas
caídas del cielo, mosquitos, langostas y demás historias
“toca-huevos”; y total, por la terquedad de no dejar pasar la
aduana a los esclavos israelitas para que adorasen a su dios. Que
digo yo, menudo dios poco espabilado ¿acaso no pensó que si los
suyos estaban en Egipto también las iban a sufrir? En fin...que me
voy del tema.
Pues sí, en los vestuarios de mi curro hay una plaga de
embarazadas. Ya sé que estaréis pensando: ¿y a ti qué más te
da?. Y el caso es que reconozco que debe ser mucho más molesto que
te caigan batracios en la cabeza que compartir vestuarios con seis
compañeras que lo único que tienen es la barriga un poco más
hinchada que la mía; además, en un momento dado, van
desapareciendo, una por una, con su parte de baja bajo el brazo como
si se las tragara la tierra. Pero, cuando os dé dos o tres datos
más, os aseguro que os harán pensar.
¿Cómo os quedáis si os digo que de veinte que somos, se van
quedando preñadas de izquierda a derecha?. Algo normal, ¿a que sí?.
¿Y si continúo diciendo que las embarazadas se alternan; o sea, la
de una taquilla sí, la de la siguiente no...y así, hasta seis
barrigas?. Además de normal, gracioso, ¿verdad?. Bueno, pues hay
algo más: entre panza y panza, viene habiendo una diferencia
temporal de cuatro meses. ¡Demasiado casual como para pensar que no
hay nada raro detrás!.
Por mí no hay problema, porque no creo en esas chorradas. Pero, lo
cierto, es que mañana mismo voy a pedir un cambio de taquilla,
porque entre Rebeca (la última embarazada) y yo, solamente queda
Eva; y si la divina providencia viene siendo tan “graciosilla”
como hasta el momento, en un mes exactamente, la que aquí escribe y
suscribe corre el gran peligro de quedarse encinta. Y lo peor de todo
no es eso, sino que tendré que releer la Sagrada Biblia para
corregir los errores de las plagas; eso sí, con sumo cuidado para no
derramar el frasco de tipex sobre ningún versículo que sea decisivo
para la humanidad.
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