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miércoles, 26 de agosto de 2015


LA PLAGA DE “LAS BARRIGUITAS”



     Qué engañados nos tenían los que escribieron el antiguo testamento. Bueno, concretamente, los autores del Pentateuco. Aunque, después de todo, creo que sólo voy a echarle la culpa al que se encargó de escribir el Éxodo (pido perdón; pero, con esa costumbre que tenían los antiguos de escribir un libro entre quince o veinte, me confunden un poco) En fin; éste último, fue quien nos vendió el cuento de que fueron diez las plagas que cayeron sobre los egipcios, pero yo sigo diciendo que fueron once. Por cierto, pobres, los egipcios, que pasaron años enteros sufriendo los incordios de ranas caídas del cielo, mosquitos, langostas y demás historias “toca-huevos”; y total, por la terquedad de no dejar pasar la aduana a los esclavos israelitas para que adorasen a su dios. Que digo yo, menudo dios poco espabilado ¿acaso no pensó que si los suyos estaban en Egipto también las iban a sufrir? En fin...que me voy del tema.



     Pues sí, en los vestuarios de mi curro hay una plaga de embarazadas. Ya sé que estaréis pensando: ¿y a ti qué más te da?. Y el caso es que reconozco que debe ser mucho más molesto que te caigan batracios en la cabeza que compartir vestuarios con seis compañeras que lo único que tienen es la barriga un poco más hinchada que la mía; además, en un momento dado, van desapareciendo, una por una, con su parte de baja bajo el brazo como si se las tragara la tierra. Pero, cuando os dé dos o tres datos más, os aseguro que os harán pensar.

     ¿Cómo os quedáis si os digo que de veinte que somos, se van quedando preñadas de izquierda a derecha?. Algo normal, ¿a que sí?. ¿Y si continúo diciendo que las embarazadas se alternan; o sea, la de una taquilla sí, la de la siguiente no...y así, hasta seis barrigas?. Además de normal, gracioso, ¿verdad?. Bueno, pues hay algo más: entre panza y panza, viene habiendo una diferencia temporal de cuatro meses. ¡Demasiado casual como para pensar que no hay nada raro detrás!.

     Por mí no hay problema, porque no creo en esas chorradas. Pero, lo cierto, es que mañana mismo voy a pedir un cambio de taquilla, porque entre Rebeca (la última embarazada) y yo, solamente queda Eva; y si la divina providencia viene siendo tan “graciosilla” como hasta el momento, en un mes exactamente, la que aquí escribe y suscribe corre el gran peligro de quedarse encinta. Y lo peor de todo no es eso, sino que tendré que releer la Sagrada Biblia para corregir los errores de las plagas; eso sí, con sumo cuidado para no derramar el frasco de tipex sobre ningún versículo que sea decisivo para la humanidad.

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