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martes, 4 de agosto de 2015



EVOLUTIONARY HISTORY

(HASTA QUE SE ESTANCÓ)



     Si todo iba como la seda en la prehistoria (el desarrollo de nuestra inteligencia unido a nuestra creatividad dibujaba una línea ascendente vertiginosa), entonces ¿en qué momento, aquello se estancó?

     Creo que lo sé, así que, intentaré hacer un breve repaso.



Todo empezó con el “homínidus bípidus”, el primero que tuvo “huevos” para andar sobre dos pies. Más tarde, llegó “Miguelón”, el de Atapuerca (éste, por lo visto, era listo de narices). Después, aparece el fuego y se construye Altamira (al fin, alguien se da cuenta de que es mejor vivir en un chalecito que al raso). Llegaron los Neolíticos, con el cobre y con la rueda. Y, luego, aparecen los Mesopotámicos, con sus primeros documentos escritos, los primeros bronces y los primeros hierros. Los Mayas, dieron un gran salto (éstos, eran los “putos amos”, sí señor; sabían incluso contar). Y más tarde, empezaron a liarla parda los griegos y los romanos (que tampoco eran tontos, ya que sin dar un palo al agua, vivían de vicio). Hasta aquí todo fue bien; progresando poco a poco ¿no os parece?.

     Bueno, pues, según mi teoría, es con el “Homo-Technológicus” (último eslabón hasta el momento), con el que queda paralizada cualquier futura posibilidad de ascenso.

     Pues sí, aunque, en un principio, la tecnología y sus grandes avances nos dejase deslumbrados ¡Ojo! no cometamos el error de delegar totalmente en ella porque, aunque la creamos infalible, no lo es. Voy a explicarme un poco, que no quiero que penséis que soy tan anticuada como una vajilla Luis XV.


1- Internet es nuestro guía:

  • En nuestras compras: yo, ya no sé si el azul pega con el verde si no me lo dice google.
  • En nuestras conversaciones: si no es por chat, no se nos saca del “¿que tal?...bien, ¿y tú?...también, pero, tú, entonces ¿bien, no?...).
  • En la búsqueda de amigos: mis últimas amistades no cibernéticas, creo recordar que las hice en los noventa; lo sé porque de fondo sonaba el tema “I don´t wanna miss a thing” de Aerosmith.


2- Facebook, Twitter y demás redes sociales:

  • Nos ofrecen frases hechas para compartir en todos los ámbitos: para ligar, para amar, para odiar, para discutir, para cortar relaciones, para agradecer a nuestra suegra el hijo que ha parido… Ya, ni nos paramos a pensar o meditar (meditar…¿y eso...qué es?).


3- El móvil:

  • Somos sus esclavos. Cada diez minutos, esperamos una llamada vital; y si no es así ¿por qué limpiamos su pantalla, exactamente, cada diez minutos?.


4- El GPS:

  • ¿Ha desaparecido la señal de vuestro GPS en pleno túnel de la M-30, alguna vez? A mí si; y os juro que me quería morir (A dios pongo por testigo, que en mi coche ya no monta nadie que no lleve un móvil 4G de última generación con google maps).


5- Los correctores automáticos:

  • Éstos, me están haciendo perder el poco talento que yo tenía para escribir. Me entran ganas de llorar cada vez que tengo que escribir algo en un papel y me enfrento a una palabra con “B” o con “V”. Y a la “H” le tengo pánico (estoy pensando en pasarme a la pintura o a la música, y dejar la literatura).


     En fin, resumiendo, que llega un momento en que, hagas lo que hagas, nunca tienes la satisfacción de haberlo hecho tú mismo, porque la tecnología, ya sea alta, baja o media pulula siempre a nuestro alrededor como un ente que te facilita la vida. Y es entonces cuando empiezo a preguntarme ¿de verdad, deseo yo tener una vida tan simple? Y es por todo esto y por alguna otra cosa que se me habrá quedado en el tintero, por lo que, a veces, me siento como “Chaplin” en la película “Tiempos modernos”, un poco “acojonadilla” y con miedo a que haya un gran apagón; porque, entonces, sé que no podría sobrevivir ni como una auténtica “Homo Technológicus”, ni como uno de nuestros antepasados, el “Homínidus bípidus”, que fue quien, con sus ideas modernistas, empezó a liarla parda.

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