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viernes, 9 de octubre de 2015


VIERNES, 9; O...¿TAL VEZ, 13?

     En cinco calendarios diferentes, he tenido que mirar hoy, para cerciorarme de que es día 9 y no 13; porque un cúmulo de situaciones, poco comunes, han hecho sacar mi ramalazo supersticioso. Después de mirar el quinto, he terminado por decidir que todos estaban equivocados. En realidad, hoy es viernes 13.
     La primera señal ha llegado esta mañana. Nada más subirme al bus del trabajo, el conductor vestido hoy, no sé por qué de negro riguroso, estaba muy lánguido y demasiado serio para sus costumbres cuando me ha saludado con un: "buenas noches". Normalmente, nos damos los buenos días, pero, esta mañana, lo cierto es que seguía reinando la oscuridad cuando nos ha dejado bajar en la factoría. No le he dado demasiada importancia, me he limitado a mirar al cielo; la explicación podía venir dada de la mano de algún fenómeno lunar, solar, interestelar... o del infinito y más allá.
     Un rato después, tras descubrir que alguien había borrado de mi ordenador todas las carpetas de música, excepto la de los grupos de estilo gótico; no me ha quedado otra que pasar la jornada entera escuchando, repetidos una y otra vez, las docenas de temas de “Evanescence”, “Nightwish” y “Within Temptation” (gritos guturales, entremezclados con voces líricas dejándose guiar por melodías del siglo de la polka, y haciéndome imaginar castillos en ruinas en los que mujeres muy, muy blancas, con vestidos muy, muy rojos y melenas muy, muy negras esperan desesperadas el mordisco de un vampiro muy, muy atractivo que les proporcionará el amor eterno). Me estaba encantando ese rollo, pero, después de seis horas escuchándoles, me parecía ver muertos incluso en el cuarto de baño.
     Y es en el baño precisamente donde, Joaquina, la encargada de la limpieza, me ha ofrecido una silla y me ha dicho que me sentase, porque me veía súper pálida. Cariñosamente, como hacía mi madre cuando era niña, me ha tocado la frente y me ha enchufado una botella de agua en la boca antes de salir volando para buscar a alguien que me acompañase a la enfermería. Me he acojonado un poco, la verdad, porque aunque me encontraba perfectamente, es cierto que mi reflejo era blanco como la leche.
     Por fin, el último mensaje subliminal que he recibido (porque a esas alturas ya no me cabía duda de que todo lo que me estaba pasando eran señales del “Más Allá”), ha ocurrido media hora antes de salir de trabajar; cuando Paco, un compañero que también escribe, se me ha acercado con aire muy misterioso para decirme al oído que iba a pasarme un borrador suyo, que está pensando publicar, porque quiere mi consejo. La idea de que hubiese pensado en mi como su consejera, en un principio me ha vuelto loca; pero, sólo hasta que me ha hablado del tema de su "hiper-mega-novela" de 324 páginas: zombis. No sé por qué le he dicho que sí, pero se lo he dicho, y él, ilusionado, se ha despedido sonriente y ha estampado un beso en cada una de mis mejillas de pasmada; eso sí, después de decirme: "estás muy pálida...te encuentras bien...nos vemos luego".
     Total, que en cuanto he llegado a casa, lo primero que he hecho ha sido mirarme en el espejo por ver si aún tenía reflejo, y buscar en mi cuello las posibles marcas de unos colmillos afilados; más que nada, por empezar cuanto antes a comprarme ropa muy, muy roja, y pedir hora en la peluquería para teñirme el pelo muy, muy negro.
     Sin nada más que añadir, me despido: hasta mañana, Sábado...¿14?.

2 comentarios:

  1. !Has tenido suerte! ¡Te he leido! Ya lo sabes!

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    1. Pues va a ser verdad eso que dicen algunos de que el número 13 no siempre da mala suerte.
      Muchas gracias por leerme.

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