ACORDES DE ACUERDO
Mis
últimas letras se han emborronado. Sin salir de la bañera, alcanzo
la toalla y seco mis manos; no quiero que una gota de agua impida
saber a todos por qué lo hago. Buscando la precisión con que un
bisturí abriría la carne, he escrito apenas unas palabras;
despiadadas, porque busco que durante el resto de sus vidas sientan
la culpa por nuestras muertes.
A sus
dieciséis años, Sinéad, sabía de amor y de rock más que todos
juntos; por eso supo encontrarme en cada línea de mis pentagramas;
por eso juró que si intentaban separarnos, buscaría la manera de
que estuviésemos juntos. Después de dos meses sin poder vernos, la
ha encontrado; ha aprovechado el viaje de fin de curso para llamarme
a escondidas y decirme que si seguía amándola la encontraría “en
aquel sepulcro junto al mar, en su tumba junto al mar ruidoso”
(como en la letra de nuestra canción). Y después, se ha lanzado
desde el acantilado de Moher hacia las rocas.
Ahora,
que he acabado de escribir esta carta, voy en su busca. Mi guitarra
eléctrica, enchufada desde hace rato, espera los primeros acordes de
nuestra canción; así que la alcanzo, y la sumerjo conmigo,
acariciando sus cuerdas.
Buen micro. Me gustó.
ResponderEliminarBuenas tardes.
Muchas gracias por leerme y por comentar, Ricardo.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un saludo.
Mientras más lo leo, mucho más me gusta... Y con ese enlace ¡queda fantástico!
ResponderEliminarEnhorabuena por ese merecidísimo premio... Tu lo vales.
Gracias, amiga. Enhorabuena también a tí, porque esto lo hemos hecho a medias; sin ese enlace el relato hubiese quedado a medias, pero ahí estabas tú, rápida y sagaz para completar nuestra obra.
ResponderEliminarUn beso de socia.