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domingo, 18 de octubre de 2015


ACORDES DE ACUERDO



     Mis últimas letras se han emborronado. Sin salir de la bañera, alcanzo la toalla y seco mis manos; no quiero que una gota de agua impida saber a todos por qué lo hago. Buscando la precisión con que un bisturí abriría la carne, he escrito apenas unas palabras; despiadadas, porque busco que durante el resto de sus vidas sientan la culpa por nuestras muertes.
     A sus dieciséis años, Sinéad, sabía de amor y de rock más que todos juntos; por eso supo encontrarme en cada línea de mis pentagramas; por eso juró que si intentaban separarnos, buscaría la manera de que estuviésemos juntos. Después de dos meses sin poder vernos, la ha encontrado; ha aprovechado el viaje de fin de curso para llamarme a escondidas y decirme que si seguía amándola la encontraría “en aquel sepulcro junto al mar, en su tumba junto al mar ruidoso” (como en la letra de nuestra canción). Y después, se ha lanzado desde el acantilado de Moher hacia las rocas.

     Ahora, que he acabado de escribir esta carta, voy en su busca. Mi guitarra eléctrica, enchufada desde hace rato, espera los primeros acordes de nuestra canción; así que la alcanzo, y la sumerjo conmigo, acariciando sus cuerdas. 
 

4 comentarios:

  1. Buen micro. Me gustó.
    Buenas tardes.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por leerme y por comentar, Ricardo.
      Me alegra que te haya gustado.
      Un saludo.

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  2. Mientras más lo leo, mucho más me gusta... Y con ese enlace ¡queda fantástico!
    Enhorabuena por ese merecidísimo premio... Tu lo vales.

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  3. Gracias, amiga. Enhorabuena también a tí, porque esto lo hemos hecho a medias; sin ese enlace el relato hubiese quedado a medias, pero ahí estabas tú, rápida y sagaz para completar nuestra obra.

    Un beso de socia.

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