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lunes, 5 de octubre de 2015


DÍAS MARINADOS



     Desde hace unas semanas, todos mis lunes están marinados con salsa agridulce.

     Sí, habéis leído bien, no he dicho mi “cerdo con piña de Iwao Komiyama” ni mi “pollo marinado con verduras al dente”. No; son mis lunes los que, rayando la media noche, me hacen dudar sobre el sabor de boca que voy a llevarme a la cama.
     Suponed que el lunes pasado vi morir a un ciclista en la carretera; que el tráfico se colapsó, obligándome a parar unos minutos junto al cuerpo roto; que me quise morir de pena sólo de pensar en la suerte de mis amigos que montan en bici y en el “no saber qué había pasado” de la familia del hombre tirado en la calzada; que mi abatimiento fue creciendo a la vez que lo hacía la angustia en el rostro del otro hombre, vestido también de maillot, mientras intentaba, inútilmente, hacer un masaje cardíaco sobre el pecho amigo. Suponed, que el resto de mi viaje estuvo lleno de miedo, que los planes del día se me enturbiaron, que ya ni compré y ni casi comí, porque mi memoria, a cada momento, se empeñaba en repetirme la terrible secuencia de la mañana.
     Suponed que esa misma tarde me topé de frente con un cantante que me vuelve loca, que me habló, que me sonrió, que se me puso a tiro para hacernos fotos, que bromeó conmigo y que, al despedirnos, me puso esos ojitos de chico bueno que sólo él y otros cuantos como él saben poner a sus fans.
     Ya podéis dejar de suponer; porque así fue mi lunes pasado. Esa noche, me fui a la cama con una extraña amalgama de sentimientos: me sentía culpable por haber pasado una tarde feliz después de una mañana terrible, pero a la vez, quería espantar los malos recuerdos, por miedo a que mis sueños amarilleasen tanto como el maillot de aquel ciclista lo había hecho bajo el sol del mediodía. Lunes agridulce, ¿a que sí?

     Suponed que hoy, lunes, es el último día de trabajo de mi compañera María, que es una niña fantástica. Suponed que llevaba meses sabiendo que la iban a despedir y que tenía un miedo terrible a convertirse en uno de esos “parados” que “tan negro lo tienen” (como no han dejado de repetirle, últimamente, todos los que la rodean). Suponed que lleva unos días yendo a mi máquina a todas horas para desahogarse, porque soy un poco payasa y porque le viene muy bien que alguien le saque unas risas; suponed, que me ha pedido por favor si podía volver mañana, su último día, para llevarse con ella un abrazo mío (porque “tú, eres una de las pocas cosas buenas que me llevo de aquí”, ha dicho) a pesar de que, al fin y al cabo, yo también haya estado presente en su lado “chungo” de los últimos y desagradables acontecimientos. 
     Ya podéis dejar de suponer, una vez más, porque así ha sido este lunes mío de hoy; otro de esos lunes raros en que me siento feliz y triste a la vez cuando, en realidad, me gustaría estar solamente triste, triste de verdad;  otro de esos lunes extraños, porque he consentido que mi vanidad sea mucho más fuerte que mi modestia y porque reconozco que me ha encantado que María me diga todas esas cosas. Y así, una noche de lunes más me voy a la cama con sabor totalmente agridulce.

     Sólo espero que, a partir de mañana, los siete días de todos los meses de todos los años que me queden, vengan marinados con un poco más de azúcar, o con cobertura de chocolate, o ¿por qué no? con un toque de sirope de frambuesa, o de plátano, y con nubes de algodón bañadas en melaza, y con lacasitos, y con gominolas, y con...

4 comentarios:

  1. El consumo excesivo de golosinas produce esfuerzos de páncreas para controlar el azúcar en sangre; un diabetes anciana antes de las jubilación que importa un bledo a sus fabricantes. Es la manzana de la discordia, fructosa engañosa que (no) te sacará arrugas y belleza. A muerte con ella.
    La felicidad no es una constante única y uniforme como la matemática sin alteraciones; la felicidad es un estado (de) bien bucólico que contiene los mismos altibajos de cada día como horas diferentes hay para actividades desiguales. La felicidad es un estado oriental de un paraíso mal vendido y que no existe más que en la mente enferma de los que se inventaron las religiones y sus dioses sin contar con la química. Ésta viene y va en función de las diferentes circunstancias que se aconsejan vivir y en ella se reflejan como en lo agridulce que la sociedad actual, aquí, nos la están achinando y yanquizando a la vez. Lo importante es tener y generar nuevos esclavos para que aquellos que tienen poder de despedir se acuesten tranquilos al saberse valientes ante el hecho de su poder para con cualquier empleado.
    La felicidad es un humo atado a un cordel del poste de una cantina de verano en el oeste americano; gringo para más señas, de oriente para mayor explotación y comedidamente (por no decir jodido) idealizado (por no decir idiotizado) por cuántos han desarrollado sus ideas oprimiendo.
    Supongamos que fuera martes y luego mercurio, el siguiente sería jueves y así al fin de semana: saturnales y dominicales, porno decir fiestas y orgías.
    La felicidad existe en función de la sonrisa de cada uno; cuánto más extensa y prolongada es la mueca o gesto mayor es su grado de infelicidad.Puro camuflaje. Toda se esconde; lo otro es hipocresía.
    La proporción es inversa a lo demostrado
    Saludos...o saldos, según quién lo venda
    Pues eso. :)´

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    1. ¿Qué tal? elocuente señor d:D´.
      Al menos uno de los dos tiene claro lo que es la felicidad. Yo, la verdad, a veces ando un poco confundida.
      Gracias por tu instructivo comentario; tal vez, a partir de ahora, me sea más fácil de avistar ese estado tan deseado por todos.
      En cuanto a lo de utilizar las golosinas en mi relato, era pura literatura; hace años que no me como ni un miserable chicle sin azúcar (por el bien de mi páncreas, claro)
      Saludos.

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  2. Bueno, yo con mi comentario voy a lo que has escrito. Sin "exhibiciones ni inhibiciones". Me ha gustado la manera de narrar tus propias vivencias, con una mezcla de espontaneidad y reflexión. Es cierto que los días en los que uno está sometido a ese vaivén de experiencias tan opuestas, dejan una sensación tan extraña.. supongo que eso es lo que te ha movido a escribir este post. Puede que la felicidad o su carencia sean conceptos mal enfocados en estos tiempos, pero qué importante es gritar o reír, según el caso. Aunque quién te responda sea tu propia voz.
    Un abrazo.

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    1. Veo que has captado mi mensaje a la perfección; y me encanta que hayas sabido ver esa mezcla (extraña también, si la analizas) de espontaneidad y reflexión, porque eso es exactamente lo que me empujó, el segundo de mis dos lunes raro, a escribir este relato: unas ganas tremendas de sincerarme y una necesidad imperiosa de entenderme a mí misma.
      Gracias, Gerardo. Otro abrazo para tí.

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