SI
PIDES UN DESEO...
¿Alguna vez habéis visto, aunque sólo sea de reojo, una estrella
fugaz? Dicen que si pides un deseo a la vez que la descubres, se
cumple.
Ana y yo, una vez, de niñas, vimos una; pero, las prisas del
momento, sumadas a nuestra inmadurez, nos hicieron desperdiciar
nuestra gran oportunidad pidiendo una solemne tontería. “Que
apruebe el examen de química” pedí mirando hacia el cielo, como
si no hubiese habido mejores cosas que desear.
¿Sabéis para qué utilizo yo las estrellas? Ahora mismo os lo
cuento.
Asun, mi amiga, pasó por momentos muy, muy, pero que muy amargos.
Sin siquiera darse cuenta, ella misma se fue aislando de todo; pero a
mí, que era la más singular del grupo, una noche y sin venir a
cuento, tuve tantas ganas de echarle un cable que no se me ocurrió
otra cosa que decirle “sabes que no estás sola, ¿verdad? Haremos
una cosa: todos los días, en cuanto anochezca, tú y yo, estemos
donde estemos, buscamos en el cielo la primera estrella, y así, no
nos sentiremos solas”. Me sentí un poco ridícula después de
decírselo; pero, ahí me tenías, todos los días al atardecer, al
raso, esperando a que apareciese venus, y aunque sabía que no era
una estrella, yo me hacía la loca y me mentía a mi misma ya que
tenía prisa por descubrir el primer brillo en el cielo porque Asun
lo necesitaba. Las primeras noches, a la hora “H”, le daba un
toque con el móvil y ella me respondía. Qué importante era para mí
saber que ella no se sentía sola.
Mucho tiempo más tarde, después de mucho sin vernos, un buen día,
como en un duelo de vaqueros, nos enfrentamos en plena calle mayor;
ella, en un extremo de la calle, bajo la sombra; yo, en el lado
contrario, con el sol abrasador pegándome de lleno en los ojos; y
las dos, cuando nos reconocimos, alzando la mirada al cielo al
unísono y partiéndonos de la risa recordando los viejos tiempos de
nuestra primera estrella; y después, corriendo a abrazarnos y a
llorar.
Desde entonces, las estrellas me gustan, porque en aquellos años
horribles, pude descubrir lo bien que te puedes sentir si aprendes a
mirarlas como es debido. Nunca he visto ninguna fugaz, la verdad;
pero, por si acaso, estoy haciendo acopio de deseos... no sea que, el
día menos pensado, cace a una de improviso y me pille sin desear
algo importante de verdad.
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