JUEGOS
PELIGROSOS
Os juro que no sé qué ha podido ocurrir entre mis veintisiete y
mis cuarenta y siete. El caso es que hoy mismo me he puesto a
analizarlo, y como si se tratase de uno de esos juegos de buscar las
diez diferencias, las he encontrado; ya lo creo, y de un solo
vistazo, además.
La primera que he percibido, ha sido al recordar que hace unos días,
cuando estaba a punto de acabárseme el domingo, susurré con alivio
un largo “yupiiii” al ver cómo mi fin de semana no había sido
despedazado, como de costumbre, por los cientos de mini planes que el
descarado de mi móvil hace por mí en los grupos de wassap. A los
veintitantos, un fin de semana sin planes o un teléfono en silencio
me habría hundido, sin embargo, en la más profunda de las miserias.
Y, con estos pensamientos, ha sido como he empezado y, más tarde, me
he dejado llevar por el dichoso juego. La segunda, y las demás
diferencias, han venido rodadas. Ahora veréis.
Antes, cuando había fiesta, caían tres botellas de whisky por una
de cola; ahora, en mi carro de la compra una de vodka baila sola
entre tres de naranja y muchas bolsas de panchitos y risketos.
Además, te dejabas las neuronas en calcular que no faltasen vasos de
plástico para nadie; ahora, compro un mantel y servilletas de papel
decorados a juego, y copas, de plástico, eso si, pero unas muy
chulas que he visto en una tienda de decoración... Y el que se
encargaba de la bebida, pillaba el tetrabrick más barato (a menos
dinero, más calimocho); ahora, paso media hora en la sección de
vinos y termino cogiendo un tinto de entre ocho o diez euros para
quedar bien, y un verdejo que es el que conoce todo el mundo.
Hacer deporte, recuerdo que era algo inmoral, pecaminoso,
censurable; ahora, me pongo de mala uva el día que no me tiro al
suelo aunque sólo sea para hacer los cuatro abdominales, tiranos,
que me tienen esclavizada. ¡Ay! dónde se habrán quedado los
cereales que solo comía si eran de chocolate; ahora, sin embargo, si
no son integrales, ni los pruebo.
Dejé de fumar un tiempo, sólo pensando en reunir el dinero justo
para irme una semana a Gandía (bendita ruta del bacalao); ahora,
también me quito de esto y de lo otro, pero para cambiar la secadora
que empieza a hacer ruidos raros, o la batidora, o la tostadora...
Y, para ir acabando, comparo la facilidad con que conciliaba el
sueño por encima de aquel calcetín que siempre quedaba extraviado
bajo mi cama, con el estrés que ahora me crea el sentarme en el sofá
sabiendo que en el fregadero hay platos sucios; el eterno castigo del
lunar de mi barbilla que siempre maquillaba para esconderlo, con la
soltura con que ahora lo luzco junto a mis arrugas que son parte de mi
encanto; y el buscar la compañía de gente con la que pillarme la
mejor de las cogorzas, con el estar con las personas con las que más
a gusto me siento.
Como veis, diferencias hay a patadas, con lo cual podría seguir;
pero, voy a dejar este juego peligroso, y a dedicarme a otra cosa;
por ejemplo, a jugar al ajedrez en contra mía, porque creo que es
mejor cavilar y engañarme a mi misma para intentar desterrar con un jaque
mate al rey de mi segundo yo, que obsesionarme haciendo cábalas
sobre en qué limbo habrán quedado pululando los diecinueve años
que mediaban entre mis veintisiete y mis cuarenta y siete primaveras.
Yo soy una de los 7 mil billones de personas que hay en el mundo que te ha leído. Tengo 48 y estoy más sola que la una. Antes me desesperaba estar sola, pero ahora, no aguanto más de una hora con nadie. Mira por donde que lo peor que hice fue casarme, aún sabiendo que no podía vivir encerrada en cuatro paredes con alguien (y menos con un maltratador psicológico), pero ahora, estoy tranquila en mis cuatro paredes. Eso sí, hecho en falta mi perro, que murió hace un año, muy viejito, agónico, pero que me dio una felicidad inmensa durante sus quince años conmigo. Suerte
ResponderEliminarAnna, gracias por ser ese puntito del universo que ha hecho que me merezca la pena escribir. Gracias por regalarme estas nueve líneas tan transparentes y cristalinas sobre tí.
ResponderEliminar¿Sabes una cosa? Tenemos dos cosas en común: el cine y ese sentimiento hacia nuestros perros (la mía, Kira, tiene casi ocho años, y no hay día que pase que no piense en que algún día tiene que faltarme).
Un abrazo.
Hola.
ResponderEliminarSi me lo permites, yo quiero ser otro puntito en tu universo.
El paso del tiempo a veces es bueno. En mi caso, así es; mi presente es bastante más feliz que mi pasado, con lo cual, ¡Que viva cumplir años!
Un saludo.
Hola, Clary. Fíjate si te lo permito, que en mi universo tengo sitio hasta para 7mil billones de puntitos.
ResponderEliminarSólo espero que tu pasado haya ocurrido raudo y veloz; pero, ahora que te sientes feliz, hazme caso, pisa el embrague y ve reduciendo hasta ponerte en primera...y disfruta del paisaje.
Te envío un saludo (en cámara lenta).
Muy divertido. Me has hecho pensar, desde luego la vida cambia y nos cambia. En cualquier caso, prefiero mi vida ahora que hace veinte años, aunque haya consumido tanto tiempo, a veces inútilmente. No es un juego peligroso recordar y compararse, pero si quitas el mero divertimento, no es demasiado útil. A no ser para hacer pasar un rato agradable al que te lee.
ResponderEliminarUn saludo!!
Tienes toda la razón, Gerardo. Lo escribí por pura diversión; pero, con cada nueva línea sentía que mi mentira se iba agrandando. Yo también me siento más cómoda veinte años después, a pesar de los pesares, porque curiosamente, en mi madurez, he aprendido a quitarle hierro a los fracasos y también (no me preguntes por qué) a magnificar cada pequeño instante de felicidad.
ResponderEliminarEn fin, está siendo muy agradable saber, por vuestros comentarios, que todos estáis bien ahora.
Un saludo.
Sinceramente si miro hacia atrás, tengo que remontar muuuy atrás para estar plácidamente a gusto, y no me alcanza la memoria a tanto; en los brazos de mi mami... acurrucadita, mientras me cantaba una nana. Lo de después... puffff, entre el acné, los exámenes, la competitividad, los fracasos y desengaños amorosos, la inmadurez y la falta de experiencia para todo. Qué no..., que no... yo me que quedo como estoy!
ResponderEliminarY haces muy bien de no anclarte en el pasado!!! ¿Sabes por qué? Porque yo estoy en tu presente...y te quiero aquí.
ResponderEliminar¿Alguna vez te he dicho que me gustas? Creo que sí.
Un beso, MJ.
Un puñadito de ellos para ti.
Eliminar¡Yo también te quiero!