CUATRO
DE AGUA, POR UNA DE ARROZ
Tengo ganas de echarme a la cara a quien en su día dijo, dándoselas
de experto culinario, que a la paella hay que añadirle el doble de
agua que de arroz.
Puedo aseguraros que no cocino mal. Es más, y aunque esté feo
decirlo, cocino bastante bien (y si no es así, todas las personas a
las que invito a comer a casa tienen el mismo extraño vicio de
pegarse lametones en los dedos después de terminar sus platos).
Bueno, la cosa es que este fin de semana he querido poner en
práctica eso de que “a la gente se la gana por el estómago”,
con alguien que me parece muy interesante (alguien que jamás habla
de dinero, ni de trabajo, ni de los males de los demás...ah, y que
se ha jurado a sí mismo no veranear nunca en Benidorm; interesante
¿verdad?). Ya se sabe que en los tiempos que corren no es fácil
hacer amigos (y cuando digo hacer amigos, es hacer amigos, y no
“quedar-con-ellos-porque-eso-es-mejor-que-estar-solos”), así es
que quise ganarme su afecto por la vía rápida, cocinando una buena
paella casera, sin pensar en lo arriesgada que podría llegar a ser
aquella empresa.
Eramos tres comensales; o sea, nada complicado. Pero, aún así y
como odio los imprevistos, maduré hasta el más ínfimo preparativo
de forma milimétrica: primero, un barbadillo para abrir boca y
relajar tensiones; para comer, a elegir entre un chardonnay 2.010 y
un verdejo fresco y jovial con aromas florales, notas de frutas
verdes y un toque cítrico (ideal, por cierto, para paella de
marisco); rosado y tinto reposando en la despensa, y en el
frigorífico cerveza tostada, rubia y negra (por si el invitado, al
que conozco poco, resulta no entender de finuras y le apetece beber
otra cosa); paellera eléctrica que es la bomba, aconsejada y
prestada por mi hermana, con un fondo de titanio revestido de acero
que hace que se cocine a la misma temperatura desde el guisante que
se haya quedado más al fondo hasta el bigote de gamba más
superficial; y en la encimera de la cocina un ejército de cebollas,
tomates, pimientos, calamares, almejas, cigalas, gambas, sepias y
rape, que terminarían de redondear el día.
Todo iba bien mientras me puse a acuchillar verduras, a verter
chorros de sabroso aceite de Jaén y a rehogar con mimo todos
aquellos deliciosos animales marinos en la cazuela futurista. Pero,
no sé en que momento (creo recordar que antes de añadir el azafrán
y después de dar mi último toque de ajo y perejil majado que tan
bien resulta siempre), decidí poner en práctica un par de trucos
que había visto hacer en alguno de esos cientos de programas de
cocina con que nos torpedean últimamente los medios. En fin, podéis
tomar nota si queréis: un buen lingotazo de vino blanco y una pizca
de hierbabuena en polvo; eso, precisamente, es lo que debéis poner a
la paella antes del azafrán y después del majado de ajo si queréis
arruinarla (por cierto, si lo probáis y no estáis conformes, ni se
os ocurra añadir un toque de tomillo para compensar...y el curry, ni
tocarlo...aunque, si el tema se os va de las manos como se me fue a
mí, siempre podéis decir lo que yo dije: “no, no, no es paella,
es un guiso tailandés que aprendí a cocinar en el programa de
“Valencianos por el mundo”). ¡Ah! me olvidaba, si algún
familiar os presta una de esas infalibles y maravillosas cazuelas con
culo de titanio, una de dos: o le echáis cuatro partes de agua por
una de arroz o buscáis la mejor manera de decirle que se meta en sus
asuntos.
Si sospecháis que después de comer nadie se rechupó los dedos y los platos no quedaron relucientes, estáis en lo cierto. Pero, los que sí triunfaron fueron los vinos blancos, los rosados y las cervezas multicolores. Por eso yo creo que sí, que aquel tipo interesante volverá. Y es que al final lo pasamos en grande y todo acabó como siempre que tengo invitados, haciendo un trío con la wii; aunque lo hicimos offline para no liarnos mucho (para los que tengáis culturilla musical sabréis que estoy hablando del juego Rock Band 2 de la wii; y para los otros, los que pensáis más en verde, podéis imaginar lo que queráis).
No hay comentarios:
Publicar un comentario