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lunes, 11 de abril de 2016

BORRIQUITO COMO TÚ...

     Quién le iba a decir a Lola que algún día sería responsable de una historia tan bonita. Lola es una burra gris de la que media Barcelona anduvo enamorada; su pelo de algodón y su aspecto de buenaza encandiló a muchos en las últimas fiestas de la Merced.
     Aquella ONG paseó con Lola por toda la ciudad pidiendo la colaboración ciudadana en forma de libros de segunda mano con que llenar sus alforjas. Al principio, la gente no entendía muy bien la presencia del animal. Pero, más tarde, cuando sus cuidadores narraban la historia del valioso papel que desempeñan estos animales en los pueblos de más difícil acceso de países como Colombia, Nicaragua y Honduras, todos se encariñaban y querían acariciar las orejas a Lola (que un poco cansada, eso sí, por no estar acostumbrada a la gran ciudad, se dejaba hacer) prometiendo volver más tarde de casa con algún libro usado para donarlo.
     Cada día, varios burros, sus lomos cargados con montones de libros, atraviesan parajes inhóspitos para llegar a las aldeas más recónditas de un mapa duramente castigado por su geografía. Armados tan solo con su fuerza y su tenacidad, logran ascender por caminos pedregosos y escarpados hasta el cielo o descender por vertiginosos y zigzagueantes senderos embarrados hasta el infierno; y todo el esfuerzo de estos “biblioburros”, simplemente a cambio de acercar un poco de cultura, o simplemente bellas historias de papel, adonde no se podría llegar con ningún otro vehículo (y es que a nadie se le debería privar de un mínimo de alimento para el alma, por mucho que le haya tocado vivir en los confines del mundo). Y ya veis, son los burros como Lola, que siempre han llevado el sambenito de ser torpes o necios, los que ahora resulta que van repartiendo cultura y saber por aquellos parajes.

     No hace mucho, Floren, que es sabio y que me ha recordado esta historia, me dijo que si algún día le tocase la lotería su gran sueño sería tener un burro gris. Yo le rebatí, comentando que no necesitaba un gran premio para adquirir uno de esos animales, ya que seguramente tampoco sería tan caro. Pero él, como siempre, tenía a mano la mejor de las respuestas: “se hace querer tanto un burro, que desearía estar junto a él las veinticuatro horas de cada día, con lo que tendría que dejar mi trabajo...y de algo tendríamos que vivir, digo yo”.
     
     Y en menudo lío me he metido; ahora yo también quiero tener un amigo así, con mucho pelo gris, mullidito y suave, noble y cariñoso, fuerte y terco...
     ...Eso sí, imprescindible que tenga grandes orejas de burro.




2 comentarios:

  1. Pues has tenido suerte...tus letras me han llevado hasta la ternura de Lola. Yo también quiero tener un amigo así!!!

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    Respuestas
    1. Únete al club, entonces, jajaja; si supieras la de gente que quiere tener un burro.
      Muchas gracias por leerme, Isabel.
      Un saludo.

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